La última etapa del viaje fue Iguazú. Llegamos al hotel Cataratas y los trabajadores estaban en huelga. quemaban neumáticos en la entrada y nos pareció una buena acogida.
Tengo que decir que a estas alturas del viaje, yo ya llevaba tres días de suplicio estomacal, pero resistiendo. Nos bañamos J.L. y yo como dos niños, eso si panzones, tirándonos por el tobogan como auténticos gilipollas.
Las cataratas son un auténtico espectáculo y tuvimos la suerte Tere y yo de caminar por la selva solos practicamente toda la mañana. Comimos en un sitio de compromiso y por la tarde culminamos la visita en la Garganta del diablo. Solo esto justifica el viaje a Argentina. El viaje en el tren que veis en las fotos es muy agradable. En resumen. Objetivo conseguido y a preparar el del próximo año. Tal vez San Francisco.
El único libro que encontré fue "El Tranvía en Buenos Aires" de Cristian Werckentien.